Sin duda el esplendor de la villa de Poza de la Sal se debe a sus salinas, ya explotadas desde antes de la época romana y cuyo valor estratégico justificaba la fortificación de la villa para su defensa en la Edad Media. Estas salinas junto con las de Añana (Álava) eran las principales del norte de la Península Ibérica.
La sal era hasta hace pocas décadas un material precioso como conservante alimentario, pero hasta la explotación minera de los yacimientos subterráneos, su producción estaba limitada a las salinas costeras y de manantiales de interior, por lo que su posesión era muy codiciada. A tal punto llegaba su importancia que se utilizaba como forma de pago ya desde época romana, siendo este el origen del término salario.
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