Las calles de Valladolid se tiñen de penumbra para recibir a cofradías y
cofrades que, acompañados de las tallas, protagonizan una Semana Santa
con más de 500 años, que ya fue declarada de Interés Turístico
Internacional.
Hay que remontarse al 16 de marzo de 1498 cuando el Regimiento de
Valladolid donó a la Cofradía Penitencial de la Santa Vera Cruz todo lo
necesario para que construyeran el humilladero de la Puerta del Campo.
Aquel fue el primer paso de una Semana Santa que vivió su esplendor
durante los siglos XVI y XVII y que, por la devoción de los fieles, saca
a la calle algunas de las tallas más bellas del mundo gracias a la
labor de Gregorio Fernández, Juan de Juni o Francisco del Rincón.
Algunas de sus diecinueve cofradías datan del siglo XVI y convierten las
calles de Valladolid en un verdadero museo de la escultura barroca. Las
figuras que componen los pasos parecen tomar vida ante la respetuosa
mirada de los vallisoletanos y los foráneos que acuden cada año atraídos
por la inusual belleza de esta Semana Santa, que ha sabido transmitir
su tradición de padres a hijos desde que en 1923 el arzobispo
Gandásegui, con la colaboración de Juan Agapito y Revilla y Francisco
Cossío, recuperaron los desfiles procesionales.
Las calles de Zamora formanun marco inigualable para las procesiones de Semana Santa.
El románico zamorano que se encuentra tras cada esquina se funde con la
belleza de las tallas, que recorren la Plaza Mayor o la Rúa de los
Francos para que los visitantes y los zamoranos puedan regresar al siglo
XIII, época en la que se fundaron las primeras cofradías. Ninguna de
ellas ha llegado a la actualidad, pero sí sembraron la semilla para que
germinaran en el siglo XV cofradías como la de la Santa Vera Cruz,
Nuestra Madre de las Angustias y la de la Santísima Resurrección, que
todavía sacan sus pasos año tras año.
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